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Protegen música lengua seri

"Al día vendía entre 30 y 50 discos y así volvía a reinvertir para hacer más música. Más adelante comencé a sacar playeras, gorras y las fui vendiendo"

FROYLAN ESCOBAR LARA FROYLAN ESCOBAR LARA Y CARLOS CASTRO | EL SOL DE HERMOSILLO POR MEDIO DE LA MÚSICA

El maya es una de las 10 lenguas más habladas en México. Nuestro país cuenta con una diversidad lingüística en la que se hablan más de 68 lenguas indígenas, según el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Sin embargo, muchas de éstas se encuentran en riesgo de desaparecer, es por ello que algunos, conscientes de la preservación de la cultura, apuestan por mantener vigente su lengua materna. Ejemplo de ello es el rapero Jesús Cristóbal, quien encontró en la lengua maya un recurso auténtico para componer temas de rap.

Hoy, ese chico mejor conocido como Pat Boy, no sólo ha lanzado canciones o álbumes en maya, sino que también, gracias a su propuesta, logró ser parte de una película de Marvel. Jesús nació un 24 de diciembre de 1991 en José María Pino Suárez, en el estado de Quintana Roo. Desde niño, sus padres siempre le inculcaron el amor por la música y los ritmos latinos. Lo curioso de su formación fue que, la primera lengua que aprendió fue el maya, gracias a la motivación de sus padres quienes también hablan este idioma, ya después aprendió el español. “Fue una infancia muy padre donde uno conoce de todo, platica con sus abuelos en la convivencia familiar de todo lo que uno vive en la comunidad, por eso me he inspirado en mis temas a cantar de la vida cotidiana, lo que he vivido y lo que se vive actualmente”, afirmó Pat Boy en entrevista con El Sol de México.

La música llegó a su vida de manera empírica, comenzó aprendiendo de lo que escuchaba de otros artistas, ya después tomó cursos y diplomados, recientemente fue becado para un curso musical que tomó en Colombia.

Su camino inició en solitario, pero en 2014 apostó por crear un proyecto con el que pudiera impulsar el talento de jóvenes mexicanos que buscan preservar la lengua maya a través de la música; fue así como, en unión con su colega Tania Jiménez Balam, fundaron ADN Colectivo Maya.

“En 2015 se formaliza este proyecto y comienzo a invitar a los jóvenes que tienen ese interés de cantar en lengua maya. A lo largo de mi carrera musical cuando iba a tocar en las comunidades mayas, se acercaban los chicos a pedirme apoyo para que ellos también pudieran grabar y hacer sus propias canciones, eso fue lo que me inspiró a hacer este proyecto.

“Comenzamos a trabajar con ellos y la idea es fomentar la lengua maya y compartir las tradiciones y costumbres que tenemos en nuestra región a través de la música rap”, sostuvo el compositor.

El camino de Pat Boy no ha sido fácil. A muy temprana edad comprendió el valor del esfuerzo, del trabajo duro. El aspecto económico siempre fue un obstáculo, ya que para poder grabar algún disco se necesitaba de una fuerte inversión, pero nunca tuvo el temor a trabajar.

En la secundaria vendía distintos productos, sus ganancias servían para la creación de CD que luego vendía entre sus compañeros y amigos y así juntar más dinero para continuar grabando.

“Al día vendía entre 30 y 50 discos y así volvía a reinvertir para hacer más música. Más adelante comencé a sacar playeras, gorras y las fui vendiendo a través de las presentaciones que yo tenía para ir costeando mis gastos”, dijo.

Hasta el momento, ADN Colectivo Maya cuenta con tres álbumes discográficos. ADN Maya, Vol. 1, ADN Maya, Vol. 2 y Trabalenguas y Consejos en Maya Yucateco, Vol. 3. El próximo año lanzarán su cuarto material, sin título por el momento y con el que, indicó, explorarán en nuevos estilos y géneros musicales, ahora con el reggae y la electrónica.

“Siempre hemos experimentado con nuevos ritmos. Hemos mezclado sonidos prehispánicos, pero siempre tenemos el toque del rap para no perderlo.

“Lo difícil es conseguir instrumentos para poder hacer ese sonido como los caracoles, las flautas, eso es lo que se nos ha dificultado un poco para hacer las mezclas, porque no son comunes”, dijo Pat Boy.

Pat Boy no sólo ha lanzado canciones o álbumes en maya, sino que también, gracias a su propuesta, logró ser parte de una película de Marvel

El Colectivo ha crecido de manera exponencial. Un claro ejemplo fue su participación en la banda sonora de la cinta “Pantera Negra: Wakanda Por Siempre” (2022), donde Pat Boy, Yaalen K'uj y All Mayan Winik compusieron el tema “Laayli' kuxa'ano'one”, mismo que grabaron en sólo cuatro horas.

Según relató Pat, la producción buscó representantes de música maya en Quintana Roo; fue así como conocieron el trabajo del Colectivo y lograron contactarlos.

Gracias a dicha colaboración, el grupo incrementó su popularidad y logró abrirse puertas ya no sólo nacionales, sino internacionales.

“A nivel mundial nos dio un plus porque estar en una película así es otro pegue”, compartió.

Por el momento, ADN Colectivo Maya mantiene firme la idea de apoyar al talento mexicano, por lo que inauguró sus oficinas físicas en Quintana Roo, con el fin de respaldar a las nuevas generaciones y, además, ofrecerles un hogar y alimentación.

“En 2020 iniciamos la construcción de nuestro espacio físico, intentamos abrir ese espacio para que los chavos puedan asistir a grabar, hacer sus videos, queremos tener personas que nos ayuden a dar talleres, estamos creando ese espacio más como un centro cultural”, explicó Tania Jiménez.

“Será como un estudio de grabación donde los chicos puedan llegar, sentirse en casa y como la mayoría son de comunidades lejanas, que tengan dónde llegar y puedan quedarse y enfocarse en grabar sus canciones y tomar talleres, que no se pierda nuestra cultura”, agregó la joven.

HERMOSILLO. Su primer lengua fue el seri. Hasta los 12 años de edad, Francisco El Indio Molina sólo utilizaba ese lenguaje para comunicarse con amigos y familia en su natal Sonora; pero fue en la pubertad cuando se interesó por aprender español.

De inmediato se percató que muy pocos conocían su lengua materna, por lo que, desde pequeño, se fijó una meta: mantener vivo el seri y enseñarlo a nuevas generaciones.

Pero su técnica no fue mediante un sistema escolarizado, sino a través de la música, un arte que descubrió y comenzó a desarrollar. Fue así como nació su proyecto musical Hamac Caziim (Fuego divino), mismo que lo ha mantenido vigente durante casi tres décadas.

“Cuando yo estaba saliendo de la primaria, (sus amigos y él) nos dimos cuenta que había mucha música a nuestro alrededor y de distintos idiomas, pero lo que más nos llamó la atención fue el género rock, su importancia y sus mensajes”, afirmó Molina a El Sol de México.

“A muy temprana edad nos dimos cuenta que había que respetar y preservar nuestro idioma, entonces fue así como todo lo referente a mi idioma lo aprendí en casa, con mi familia y decidí compartirlo con el mundo a través de la combinación de la música y el género que nos gustaba más”, agregó el vocalista.

Fundado en 1995 en Punta Chueca, con la autorización del Consejo de Ancianos del Pueblo Comcáac, Hamac Caziim es considerado como uno de los pioneros del rock indígena. Pero, si bien su concepto es musical ya que recrean cantos tradicionales, “El Indio”, líder de la agrupación, aseguró que su interés va mucho más allá, ya que busca que las lenguas indígenas se mantengan vivas, así como también las danzas y los cantos nacionales indígenas.

“Actualmente hay jóvenes que están haciendo música, rap, baladas, hay gente que está haciendo poemas o documentales en nuestro idioma, ellos nos han manifestado que todo ha sido producto de nuestro trabajo de tratar de concientizar a los chavos y que, mediante ese movimiento, ellos decidan hacer ese tipo de cosas, utilizando nuestro idioma”, aseguró el músico.

Hasta el 2019, el Inegi reportó que existen más de 600 personas que dominan el seri; una cifra que parece poco alentadora para el cantante.

Desde su creación, Hamac Caziim sólo ha concretado tres álbumes discográficos entre los que destacan Hamac Caziim (2004) e Ihamoc Imac ano caalam (Los que juegan con la noche) en 2013; mientras que en el plano audiovisual, en 2007 se lanzó el documental Hamac Caziim, fuego sagrado, dirigido por Jerónimo Barriga.

Desde entonces, el grupo compuesto además por Eliezer Barnett en la batería, Anselmo Morales en la guitarra eléctrica, Jeremías López en el bajo, y con Diana Reyes en la producción y representación artística, se ha presentado en numerosos festivales de todo México, así como en el Smithsonian Folklife Festival en Washington D.C., en 2010; en Wassermusik en Berlín, Alemania (2011), en el Festival Las Noches Blancas en Perm, Rusia (2012) y en el Festival de Arte de los Pueblos Originarios Ruk'u'x en Sololá, Guatemala (2013).

Su poco interés en la producción de discos se compensó con el máximo número posible de presentaciones en diferentes espacios de la República Mexicana y otras latitudes.

La aceptación fue excelente, no sólo de parte de sus compatriotas sino también en países como Alemania, Rusia Guatemala y Estados Unidos, al menos así se percataron en sus visitas, mismos que consideran sueños cumplidos.

“Como músicos nunca hemos sentido algún tipo de rechazo o de discriminación, creo que es muy difícil erradicar este tipo de comentarios, pero tampoco es malo que haya estos pensamientos porque, de lo contrario, no tendría sabor la vida.

“Nosotros como pueblo indígena, somos diferentes, pero también, lo que diré tal vez duela, pero es la realidad: habemos culturas más educadas que otras”, dijo.

Desde 1995 con autorización del Consejo de Ancianos del Pueblo Comcáac, Hamac Caziim es pioneros del género “Nosotros como pueblo indígena, somos diferentes, pero también, lo que diré tal vez duela, pero es la realidad: habemos culturas más educadas que otras”

El grupo adelantó que está próximo a lanzar su cuarto álbum, aún sin título. En su siguiente gira continuarán promoviendo la defensa de su idioma, de sus danzas y cantos.

“Después de estos ensayos vamos a platicar cómo nos vamos a internar en este mundo digital. Como músicos hemos aprendido mucho, a la vez nos estamos dando cuenta de que todavía hay mucho por recorrer, y por eso lo importante de estar juntos por tanto tiempo y seguir haciendo música y sentir lo mismo como la primera vez que cogimos la guitarra, ese sentimiento persiste, y es lo que nos hace seguir adelante”.

Molina asegura que la responsabilidad de pasar de generación en generación las tradiciones, costumbres y lenguaje corre a cargo de las familias, de aquellos cercanos a las nuevas generaciones que pueden influir para cambiar su destino.

“Los trabajos que tendríamos que hacer tendrían que empezar desde nuestras comunidades, aunque ya ha habido una labor previa, aún falta, tal vez sí se podría buscar colaborar con el gobierno para la emisión de libros, discos, ese tipo de cosas con el fin de promover más las lenguas indígenas”, sostuvo el cantautor.

TRASCENDENCIA

Fuera de su pueblo, Hamac Caziim ha sido bien aceptado por otras audiencias que, aunque no comparten el idioma, conectan con la intensidad de sus presentaciones en vivo y el mensaje detrás de ellas.

“Nos hemos dado cuenta de que nuestra música es muy bien aceptada por otros públicos, en sus bailes, en sus gestos se nota que están complacidos de lo que estamos haciendo. Ninguna tocada es igual y las reacciones de la gente te hacen sentir la misma emoción o algo superior, depende de donde estés. Así nos pasó en Guatemala, que fue una reacción muy positiva para nosotros, cosa que nunca habíamos sentido fuera de nuestro pueblo”.

En el camino, el grupo ha colaborado con otras bandas y artistas como Sak Tzevul, Lumaltok, Bitzma, El Tri, Natalia Lafourcade, Jumbo, Kinky y La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, y por parte de Sonora, numerosos artistas locales que no pertenecen a la comunidad Seri han honrado las tradiciones y la cultura de los pueblos originarios a través de sus propias creaciones, siempre desde un lugar de respeto y con mucho estudio de por medio.

“Es algo muy bueno. Las personas como yo, que hacemos arte de alguna manera. nos sentimos honrados cuando vemos que otros artistas hacen ese tipo de exposiciones, sin ser ellos seris, nos congratula, porque la persona que está haciendo eso siente la necesidad de apoyar a una cultura cuya lucha ha sido inmensa, que ha sido algo como David y Goliat, y nos gusta ver ese tipo de manifestaciones de gente que no es indígena, les agradecemos a la gente que hace eso de corazón”, expresó el cantante.

Aunque ha recorrido con su música gran parte del territorio mexicano y del extranjero, la región de Punta Chueca sigue siendo uno de los lugares donde más disfruta tocar la banda en vivo.

“Estar en nuestro pueblo significa todo: es tu piel, es tu idioma, tu voz, tu pelo, el que está enfrente de ti bailando, brincando, esa es tu esencia. Y en ese sentido es un territorio excelente”.

A pesar de todo ello, el grupo no ha estado exento de algunas muestras de marginación en territorio nacional, situación que no ha hecho mella en su esencia.

“En México hay muchas maneras de cómo reacciona la gente, inclusive actualmente puedo decir que sentí marginación en tal lugar, sentí racismo, bullying, todavía existe eso”, apuntó el vocalista. ”Pero, eso no es ningún problema para que un pueblo como nosotros siga creciendo, siga haciendo su arte y su vida. Ningún integrante del pueblo Seri ha sentido eso como algo que nos deba doler o hacer daño”.

PRESENTACIÓN EN EL CERVANTINO

Hamac Caziim se presentó por tercera vez en el Festival Internacional Cervantino, Sonora fue el Estado invitado de honor, y el grupo de Punta Chueca referente.

“La primera vez fue como un experimento para los organizadores de ese evento, en el buen sentido, y estuvimos en un lugar para un público joven, y sí encajó la idea porque se vio la aceptación con los chavitos, su reacción a nuestra música fue muy positiva”, dijo "El Indio Molina" anticipó el músico.

“También estos escenarios y foros nos dan la oportunidad de decirles a los integrantes de otras bandas y de otras minorías que es importante el rescate de nuestros idiomas y es lo que nos hace estar vivos en este mundo de la música, porque en nuestros cantos radica mucho conocimiento”.

Después de su paso por el festival cultural más importante del país, “El Indio” y compañía regresarán a territorio sonorense para seguir ensayando y comenzar a producir nuevo material, pensado para editarse tentativamente en verano del próximo año.

Tras el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, comenzaron a surgir los primeros atisbos del rock indígena mexicano, los cuales buscaron reivindicar sus lenguas y sus culturas. Ese fue el caso de las bandas Hamac Caziim, de Sonora, creada en 1995, y Sak Tzevul, de Chiapas, en 1996, consideradas las primeras del país.

Casi 30 años después, es reconocible toda una escena musical de diferentes lenguas originarias que no sólo ha cultivado el rock, sino que ha integrado más géneros urbanos como el blues, el punk, el reggae, el metal y el rap. Son más de 100 grupos que llegan a buscan participar en encuentros nacionales gubernamentales, según cuenta el etnomusicólogo Humberto Sánchez, especialista en músicas indígenas contemporáneas de la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en entrevista con El Sol de México.

El etnomusicólogo Humberto Sánchez traza una estampa de cómo estos grupos musicales han ido ganando espacios dentro y fuera de sus comunidades desde mediados de los 90

PLATAFORMAS DE EXPRESIÓN

La búsqueda de espacios para dar a conocer su trabajo ha representado para cada grupo o solista, una serie de dinámicas, luchas y resistencias dentro de un sistema cultural y musical complejo, que incluso va más allá del sólo reconocimiento de sus lenguas.

“Una de las hipótesis por las cuales las comunidades originarias se han sentido motivadas a interpretar estos nuevos géneros, es que los hacen sentir más parte de una contemporaneidad y de la globalización; aunque hay que tener cuidado con esa idea, porque otros grupos con ritmos tradicionales, como Venado Azul o Huichol Musical, son muy populares e incluso han grabado en Estados Unidos. Por eso es que se tendría que pensar cada caso.

“Del rock, algo que llama la atención es que es un ensamble, por lo que obligadamente tiene un sentido de compartir y mutuo entendimiento, así que tiene un gran valor porque provoca `comunalidad'. Mientras que, el rap les permite hablar y denunciar situaciones de violencia, discriminación, clasismo o pérdida de la lengua, con la consigna rapera de stay true (mantenerse verdaderos), por hablar sólo de estos ejemplos”, apunta el especialista, quien ha estudiado este tipo expresiones en comunidades tzotziles y otomíes, en México, y quichua, en Ecuador.

Sánchez relata que Chiapas es la zona en la que se han presentado con mayor fuerza expresiones de estos géneros, principalmente por el movimiento musical de mediados de los 2000, conocido como Bats'i rock (Rock verdadero), liderado por bandas tzoziles como Sak Tzevul, Lumaltok, Vayijel y Yibel, entre otros; así como por iniciativa gubernamental, con la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, del entonces Consejo Nacional de la Cultura y la Artes, hoy Secretaría de Cultura, que promovieron festivales, talleres y laboratorios, recuperados en los últimos años, como el festival De tradición y nuevas rolas.

“Los grupos usan estos mecanismos gubernamentales para `profesionalizarse'. Aparte de la iniciativa particular, hay más aspiraciones que tienen los músicos, como presentarse en otras partes del país, grabar e incluso intentar ganar premios. Pero lo que sí hace falta son productoras, porque como se trata de un ámbito cultural, se piensa que todo lo tiene que auspiciar el gobierno”, afirma el especialista.

En este sentido, afirma que falta más presencia de mediadores (representantes, productores y managers), que sirvan de guía a las bandas para que encuentren la visibilidad que buscan y con la autonomía musical que desean.

“Ellos son chavos que vienen de comunidades con dinámicas sociales diferentes, que no se han tenido que enfrentar a la democracia en el circuito musical. Son lógicas que sin los mediadores pueden llegar a desanimarlos, aunque recientemente han logrado superar esa ausencia por un acercamiento propio a través de las redes sociales. Así es que ahora se graban y producen e incluso se promocionan ellos mismos. Tienen mucho esta idea de `hazlo tu mismo', que es adonde creo se está yendo el movimiento”.

RESISTENCIAS DENTRO DE LAS COMUNIDADES

El especialista comenta que también para las bandas de rock en lenguas originarias el desarrollarse dentro de sus comunidades es difícil, en principio porque “todo lo nuevo puede parecer chocante”. Lo cual tiene un trasfondo antropológico, “las comunidades tienen sistemas musicales particulares que admiten o rechazan sonoridades”, que no necesariamente niegan lo extranjero.

“Los jóvenes tienen una función muy particular, que es integrar estos géneros al sistema musical, pero obviamente se van a enfrentar a resistencias. Sobre todo los que ostentan cargos de reconocimiento de la comunidad, como son músicos tradicionales, que en el caso de Chiapas son vitalicios, designados por los dioses, con una alta jerarquía”, comenta y pone como ejemplo al baterista de Yibel, que es hijo del músico tradicional de su pueblo.

Sin embargo, también apunta que hay casos contrarios, como el de la banda Arme, originaria de Chitejé de Garabato, en Querétaro, donde ya había un sistema musical que reconocía ampliamente el rock urbano como suyo y que, sin ser hablantes nativos del otomí, comenzaron a utilizar esa lengua para recuperar elementos de su lengua.

MÁS QUE ARTESANÍAS

Con el ejemplo de la banda Lumaltok, que recientemente se presentó en el 51 Cervantino, cuyos integrantes se declaran con la intención de no ser promovidos ni vistos sólo como “elementos antropológicos”, Humberto Sánchez, explica un fenómeno, que él llama “dialogismo entre códigos locales y globales, donde prevalece lo local”, y menciona como ejemplo al guitarrista Zanate, de Lumaltok, quien toca largos solos de guitarra por la influencia de Jimi Hendrix, pero también porque en su comunidad las piezas tradicionales son muy largas.

Otro ejemplo es el relato del momento en que en el año 2000, en el primer encuentro de grupos en lenguas originarias, llamado Del costumbre al Rock, el vocalista de Hamac Caziim, “El Indio”, fue cuestionado por un roquero famoso consolidado de la ola ochentera, por “no quedarle el cabello largo y ser pura pose”, a lo que el músico de la etnia Seri le contestó que se trataba realmente de un elemento milenario de su cultura.

“Mucha gente que se les ha acercado quieren ver los elementos exóticos, el llamado mexican corious, como si fueran artesanías. Lo que hacen algunas bandas como Lumaltok, es negociar eso, pues quieren ser destacados en la escena del rock nacional, pero no que se les asocie directamente con que son pertenecientes a una comunidad indígena, pues ellos quieren demostrar que son buenos músicos con piezas originales”, dice el musicólogo.

Ante la compleja lectura que se puede hacer de la situación de los grupos que tocan en lenguas originarias, Humberto Sánchez, comenta que hay que estar abiertos a todas las posibilidades de expresión musical, sin prejuicios y con la idea de que se comparte más con ellos de lo que se piensa.

“Hay que ver que todos somos seres humanos, aunque tenemos diferencias culturales, al final, siempre hay algo que nos une. Eso es importante para acabar con el clasismo y el racismo, para darnos cuenta que ellos son personas que también han vivido sus propias circunstancias, igual que uno. En sus letras también se habla de corazones rotos y otros temas que nos son comunes a todos”, finaliza.

HUMBERTO SÁNCHEZ

ETNOMUSICÓLOGO “Del rock, algo que llama la atención es que es un ensamble, por lo que obligadamente tiene un sentido de compartir y mutuo entendimiento”

Las comunidades tienen sistemas musicales particulares que admiten o rechazan sonoridades, que no necesariamente niegan lo extranjero

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2023-10-29T07:00:00.0000000Z

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