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Consumido lentamente

El miércoles pasado, se conmemoró el Día Mundial sin Tabaco en el cual desde 1987 la Organización Mundial de la Salud pretende concientizar sobre los efectos negativos que impactan a sus consumidores y enfatizar el hecho de que la adicción al tabaco es “la principal epidemia prevenible a la que se enfrenta la comunidad sanitaria”.

Desde educación básica, recuerdo que se ha dado difusión de información puntual hasta programas de concientización sobre el uso de esta y otras sustancias y/o compuestos que pueden generar adicción; no obstante, aunque la información sea proporcionada a todas y todos, evidentemente, como ya lo hemos mencionado en más de una ocasión, el ambiente en el que cada individuo se desarrolle, influirá en su comportamiento, hábitos y salud integral, pero al mismo tiempo, como cada ser vivo, no existe un conjunto de circunstancias y factores que irremediablemente definan el destino de cada persona pero sí pueden influir hacia donde probablemente se inclinará la balanza.

El tabaco como tal proviene de plantas pertenecientes al género Nicotiana, consideradas nativas del Continente Americano; diversos estudios señalan a regiones que actualmente pertenecen a países como Perú y Ecuador como su origen y se cree que su cultivo dio comienzo alrededor de los años 5000 y 3000 antes de nuestra era.

Con respecto a su uso, el tabaco ha sido inhalado y fumado por diversos instrumentos antes de llegar a la concepción del cigarro; además, ha sido empleado con fines alimenticios, medicinales, culturales y religiosos.

Desde el uso de pipas hasta la manufactura del cigarro como tal, los medios por los cuales se consume el tabaco han sido diversos y de acuerdo a varias fuentes, su consumo se incrementó de manera acelerada en el siglo XX y junto con ello un conjunto de afecciones en la salud humana.

Aún recuerdo cuando era pequeño, los espectaculares que se encontraban distribuidos por toda la ciudad anunciando la marca de cigarros cuya imagen distintiva era un vaquero y de acuerdo al contexto de aquellos años, socialmente el fumar y la elección de (y/o la posibilidad de acceso a) una determinada marca de cigarros se asociaba con hombría y un cierto estatus social; sin embargo, ante el inminente surgimiento de evidencia científica que sustentaba los efectos adversos de su consumo, la promoción de marcas de cigarros se redujo casi abruptamente, de tal manera que, para tener conocimiento de su venta se requiere asistir a los establecimientos donde son adquiridos.

ANALISIS

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2023-06-03T07:00:00.0000000Z

2023-06-03T07:00:00.0000000Z

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