Fue incomparable

EL DT DE TIGRES RESULTÓ CRITICADO POR LOS FANS LOCALES, Y APLAUDIDO POR LOS JUGADORES AMARILLOS

La tarde en el Azteca fue diferente al resto. El que muchas veces fue ídolo, regresó vestido de otros colores. Miguel Herrera volvió a la cancha que tantas glorias le dio y la gente no tardó en reaccionar.

Los agradecidos fueron muchos, otros cuantos prefirieron a Solari. Al igual que América, el Piojo tuvo detractores y cariño por todos lados, aunque, en general, todos dieron como favorito al timonel de los azulcrema.

El clima no ayudó a la vuelta de Herrera. El cielo se oscureció con promesa de lluvia, mientras la gente azulcrema tomaba rumbo a los túneles del Azteca.

La visita de los Tigres trajo a una manada inmensa de felinos. Las playeras amarillas y azules de los visitantes comenzaron a verse en la entrada trasera del inmueble. Los dorsales regios estaban inundados con Gignac en la espalda.

Las playeras americanistas rotaron mucho: Cuauhtémoc, Zague, Brailovsky y uno que otro con el del nuevo referente americanista, Sebastián Córdova, se asomaron en la entrada de Tlalpan.

La invasión Tigre una vez más quedó a deber. Los regios sí metieron más gente que otros visitantes en Santa Úrsula, pero no lograron cubrir la cabecera completa como cuando Chivas, Pumas o Cruz Azul visitan a los azulcremas.

El encuentro estaba por empezar, cuando el hombre del que se habló toda la semana saltó al campo. Herrera enfiló hacia las bancas. Pareció un error cuando bajó por las escaleras del local. Miguel llegó, y como en casa, saludó a todos los miembros de la banca, incluido el polémico Roger

Martínez, con quien el entrenador tuvo diversos pleitos. En un abrazo, ambos se voltearon dándole la espalda a las cámaras y se dijeron algo. Sólo el Piojo y el colombiano sabrán qué se dijeron. Pasado y presente se encontraron cuando Solari y Herrera se saludaron. Historia pura americanista se palpó entre ambos técnicos, uno con títulos y el otro con una marca de efectividad que lo tendrá en los libros del recuerdo por un rato. hasta ser superado.

Después de tantos saludos, el Piojo llegó a un banquillo que no conoció durante su estancia en Coapa, el del visitante. Los saludos de Ochoa, Layún y el resto de los que tendrían acción no tardó en llegar. Con mucha amabilidad, el ahora técnico de Tigres no le negó el saludo a nadie.

2 MIL AFICIONADOS DE TIGRES APROXIMADAMENTE ENTRARON AL AZTECA