Daniel Chavarría

Las máquinas hacen el trabajo que antes requería de moldear la tortilla con la yema de los dedos pacientemente antes de echarla sobre la superficie ardiente del comal. Pero la tortilla es apetitosa por derecho propio. Ningún desayuno, comida o cena está completo sin los rimeros de tortillas humeantes sobre la mesa, en un trapo muy limpio y suave, con la familia toda reunida. No hay nada como saborear una tortilla calientita acompañada de un buen guisado, queso fresco huasteco y una salsa molcajeteada. Las cualidades de este alimento son insuperables. Incluso, rebasa el ambiente gastronómico para ser indicador confiable de la economía. Los kilogramos de tortilla que se adquieren con un salario mínimo en el lapso de un sexenio, refleja el dinamismo de los procesos económicos. Los aztecas nunca imaginaron que al hacer la tortilla redonda como sol de primavera, inventarían una forma de calcular la riqueza.

SEGUNDA TANDA. Lector, para dar salida a los problemas, la tecnocracia solo piensa en la belleza de una “fórmula cumplida con exactitud”, mientras que el estadista tiende a utilizar los instrumentos técnicos con conocimiento y emoción para resolver las dificultades que aquejan al pueblo. El tecnócrata lleva implícito la insensibilidad social. El políticoestadista posee otras cualidades que emplea en beneficio de la gente. En los primeros tres años de gobierno de AMLO se suscitó este debate, derivado de ello, en la mente popular ya se plantó cómo es actuar con “amor a México”. Por tanto, el próximo presidente de nuestro país, que tendrá la oportunidad para engrandecer a la nación, deberá reunir unas características, a saber: “Capaz de comunicarse y entender al país porque lo conoce profundamente”. “Experto en el manejo de las situaciones e incapaz de caer en el halago y el honor vano y barato”. “Lo más alejado posible de las debilidades a los amigos y a los parientes”. “Con el liderazgo natural para ser al mismo tiempo presidente y caudillo”.

TERCERA TANDA. ¿Qué cantidad en dinero haría falta para que un ser humano común pagara el alquiler por una hora de una computadora cuántica capaz de realizar grandes proyectos? Miles de millones de pesos, dólares o euros, seguramente. Pero, si tuviésemos a mano ese desarrollo excepcional, a nuestra entera disposición ¿Lo utilizaríamos solo para jugar PlayStation? ¿Dejaríamos ese ingenio en un rincón, arrumbado y enmoheciéndose? Sería un desperdicio de tiempo y dinero. Algo cercano a la locura. Lo más lógico sería discernir la manera de extraer provecho de este portento. Ahora mismo,

PRIMERA TAN

DA. Los mexicanos no podemos prescindir del consumo de la tortilla. Esta es símbolo de identidad. Forma parte de nuestra cultura. Una estatua en su honor debería estar en el zócalo de cada pueblo y ciudad. El olor, sabor y textura de la torta de maíz es único. Este manjar producto de artesanos, ahora se elabora de manera industrial.

la raza humana dispone de una solución viable para la totalidad de sus problemas frecuentes. Esta se localiza en el cerebro humano; órgano producto de millones de años de evolución y más conveniente que cualquier computadora conocida. En los pliegues de materia gris de la “sesera” disponemos de aproximadamente doce mil millones de neuronas de las cuales utilizamos menos del diez por ciento, afirman. Cierto o no, la renuncia a utilizar el cerebro, órgano en el que se halla el saber y el raciocinio, es lo mismo que permitir que otros piensen, decidan y actúen por nosotros. La renuncia motu proprio a esa responsabilidad provoca que se hable de la disminución de la natural capacidad de raciocinio asociado a la aptitud de emitir un juicio crítico. Antes, éramos capaces de leer decenas de páginas de un libro de un solo jalón… ahora no. La atención brinca rápidamente hacia otra cosa que hacer. Hace años, podíamos memorizar mínimo siete números telefónicos. La cuestión es ¿De qué manera afecta esto al cerebro humano? Por ejemplo, el Covid19, el calentamiento global del planeta, entre otros asuntos, mantiene en tensión al mundo, pero irónicamente, existe una gran indiferencia ante el aumento del número de personas que permanecen intelectualmente inactivas, fenómeno que es una pandemia y que igualmente no tiene barreras sociales, económicas y políticas. Así las cosas.