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“La justa importancia”

CON CAFÉ Y A MEDIA LUZ Agustín Jiménez C.

“¡Y si hubiera ocurrido! ¿Cuántas columnas le hubieras dado?” Era la pregunta inicial que un experimentado periodista nos hacía a los “benjamines” de la mesa de información que, en corrillo, le rodeábamos cuando narraba sus historias en aquellas viejas instalaciones.

Dicho planteamiento se nos hacía cuando un evento, a pesar de no ocurrir, de quedar en el intento o de ser solo un conato de algo más grave, se “llevaba las ocho columnas” de la primera plana o, en su defecto, la nota de apertura de un espacio televisivo o radiofónico.

“¿Cuántas columnas le hubieras dado?”, decía mientras apagaba el cigarro en el cenicero y echaba el humo contenido en los pulmones a través de la nariz, mientras los chamacos que estábamos en la etapa de estudiantes nos mirábamos los unos a los otros como buscando la respuesta a tan sesuda reflexión.

Era la época del periodismo de oficio que muchos llamaron “bohemio”, ajeno a la profesionalización.

Y ese cuestionamiento servía, también, para llamar a la cavilación sobre la importancia que merecía el hecho noticioso en la agenda del día. Quizá el valor informativo no radicaba “per se” en el evento mismo, sino en su causa o en su consecuencia a corto o largo plazo. Tal vez, aquel “pequeño” acontecimiento que había ocurrido de forma imprevista era el ejemplo de un fenómeno mayor que pasaba inadvertido por la sociedad a la que se deseaba mantener enterada.

Así pues, el reportero debía “valorar” la noticia y darle las justas dimensiones debido al impacto social y en sana proporción de las demás notas periodísticas recopiladas a lo largo de la jornada.

¿A qué se debe todo este prólogo?

En la gira del presidente López por Veracruz se tocaron varios temas fundamentales para la vida nacional, de los cuales, hay que rescatar tres, quizá porque, hasta el momento son los que demandan una mayor atención por el nivel de gravedad que representan en la actualidad o porque son tan amplios que, en un momento dado, englobarían a todos aquellos tópicos que pudieran considerarse particulares o, más bien, concretos.

Me refiero a los temas de salud, economía y seguridad. Los cuales se pudieran subdividir en cosas como cifras de Covid19, tanto en número de vacunas aplicadas, como personas enfermas y fallecidos y la relación con el retorno a clases; el segundo está constituido por desempleo, inversiones, costo de combustibles y canasta básica, y el último construido por los detalles de los delitos del fuero común y del federal.

Sin embargo, algunos medios de comunicación aprovecharon el hecho protagonizado por un jovencito y la guardia presidencial para, a mi gusto, sobredimensionarlo y vender una nota que muy poco –casi nada aporta a la vida de nuestro país.

El muchacho, en un acto de desesperación por buscar ayuda para su madre desempleada, burló el cerco de seguridad y, al tratar de acercarse al ejecutivo federal, fue amedrentado por el trato policial hasta llegar a la intimidación.

Si bien es cierto que la guardia presidencial estaba instruida para la protección de la figura del mandatario y ejecutaron la orden que les fue asignada al detener al joven, también es verdad que quizá lo “redujeron” como dicen en el argot de una manera poco amable. Empero ¿Cómo saber qué chamaco lleva buenas intenciones al momento de acercarse al presidente de un país burlando las medidas de seguridad?

Este hecho sirvió para detonar una serie de comentarios que se agrupan en tres partes. La primera que habla de la conducta de los guardianes del orden y la poca “sensibilidad” mostrada, misma que ya tocamos en el párrafo anterior y que no considero necesario el abundar más; la segunda propiciada por algunos reporteros que le dieron “vuelo” a la información relacionada con la salud del adolescente usando términos como “conato de infarto”, “shock nervioso”, “crisis emocional” y otros más que, amparados en el “amarillismo”, sirvieron para “vender” la nota.

El tercero que es el que me parece más grave es la forma en que un medio de circulación nacional apuró a comentar que el jefe del Estado mexicano, en las giras solo atendía a los familiares de los grandes capos del crimen organizado, para, acto seguido, corregir la plana y hacerla más escandalosa, con la frase “en realidad él va hasta donde estén para saludarlos”, en clara referencia al día en que el presidente López fue hasta la camioneta en la que se encontraba la mamá de Joaquín Guzmán Loera.

La construcción de la nota ocasionó un malestar social generalizado entre los consumidores de dicho medio de comunicación que vieron en la figura del mandatario un nuevo argumento para hacerlo blanco de severos y rudos ataques y descréditos por lo acontecido. La nota se estaba compartiendo de manera sobrada y los dichos en contra se multiplicaban de manera exponencial. El objetivo del reportero se había logrado.

Como usted sabe, gentil amigo lector, este servidor ha manifestado en más de una ocasión el no estar de acuerdo en alguno de los detalles que conforman el proyecto de nación de la actual administración pública federal y, de la misma manera, he hecho pública mi opinión cuando es coincidente de las estrategias planteadas por el hombre originario de Macuspana. Ambas cosas en el legítimo marco de la libertad de expresión.

No obstante, considero que la sociedad mexicana ya es lo suficientemente madura como para darle el valor informativo real a los ciertos detalles y, los medios de comunicación, por su parte, en un estricto sentido de informar y orientar a la población, deberían evitar el caer en este tipo de “noticias” por el mero hecho de ganar suscriptores o audiencia dejando de lado la veracidad objetiva que debe ser piedra angular del quehacer para el cual se comprometió en bien de un país y de la sociedad en la que está inmerso. ¿No cree?

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”.

Escríbame a licajimenezmcc@hotmail.com y recuerde, será un gran día.

LOCAL

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2021-07-28T07:00:00.0000000Z

2021-07-28T07:00:00.0000000Z

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