Kiosco OEM

CONCIENTIZACIÓN

EL PASADO

19 de octubre fue el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de mama, pero según Aída, la batalla es contra esta enfermedad en general.

co sinaloense Joaquín Vega Acuña, de quien dice tener bonitos recuerdos porque era un muchacho respetuoso y muy estudioso.

"Nosotros los atendíamos de todo a todo, desde lavarlos, hasta darles sus tres comidas, fueron tiempos muy satisfactorios, pero a raíz de mi enfermedad, eso quedó en bonitos recuerdos", asienta.

Se dice que las mujeres tienen la aptitud para hacer varias cosas a la vez, y doña Aída, es ejemplo de ello, ya que se daba tiempo para atender las papelerías, hacer sus costuras, estar al pendiente de los estudiantes y todavía "buscaba un hueso en la escuela para estar al pendiente de mis hijos".

UNA LUCHADORA

Llegó el fatídico día, en 1980 a sus 38 años le diagnosticaron cáncer de cuello uterino, eso le cambió totalmente su vida.

"Estaba perfectamente, fui a hacerme los estudios de rutina al Seguro Social, al darme los resultados en ese entonces, sabíamos que decir cáncer era muerte segura, recuerdo que con el susto se me vino una hemorragia muy fuerte",

De inmediato su esposo empezó a hacer los trámites para llevarla a Tucson, estuvieron tres meses en esa ciudad de Arizona, fueron días aciagos, fue internada en un hospital donde a cambio de pagar los servicios, fue sujeta a estudios para conocer más de esta terrible enfermedad.

"Me puse en manos de Dios y de sicólogos, acepté que me tomaran como conejillo de indias, los estudiantes, los médicos me estudiaban. Acepté para que se conociera más sobre este mal y se encontrara otro tipo de cura, si podía servir, por qué no lo iba a hacer, además apoyaba a mi familia en la economía, porque además de darme tratamiento nos pagaban el hotel", recuerda.

Dice que fue una travesía muy fea, llegó el momento de que le quitaron la matriz, los ovarios, la uretra, la vejiga, el colon, parte de los intestinos…

Fueron doce años de estar sufriendo, de batallar, a veces, creía que no soportaría los dolores, finalmente optaron porque se atendiera en el Hospital de Cancerología de México, donde afortunadamente conoció al oncólogo militar Venustiano Carranza.

Tuvo que pasar por cerca de quince operaciones, el doctor para seguir apoyándola la registró en un hospital militar de Guadalajara, luego en Mazatlán y las operaciones seguían a la orden del día.

"Me quitaron unos ganglios cancerosos de las ingles, los dolores muy agresivos, las carnes de mi abdomen no cicatrizaban, se movían, a veces amanecía inundada de agua fétida, también me operaron rodillas", señala.

Recuerda que a veces se quebraba "sí lloraba, pero tenía que darle buena cara a mis hijos Lupita, María Emilia, Ana Miriam, Jesús Nabor, Juan Carlos, Raúl y Aída, ahora es solo un recuerdo… La vida es bella y hay que vivirla".

Capital

es-mx

2021-10-23T07:00:00.0000000Z

2021-10-23T07:00:00.0000000Z

https://oem.pressreader.com/article/281543704127875

Organizacion Editorial Mexicana