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Miguel Reyes Razo

Salió del sueño. La irritante exigencia del vibrante teléfono, lo desconcertó. Manoteó en el vacío. Tentaleó la realidad. Alzó el auricular. Iba a soltar el consabido : "¿Bueno; quién habla?" Pero en el otro extremo se produjo.

LA PLUMA DE REYES RAZO

"Habla Jacobo Zabludovsky. Prepárate. Vas a la guerra.

Nunca podría explicar su atolondrada respuesta:

"No juegue, Licenciado...

"Yo no juego nunca. Levántate y te vas a la embajada de Líbano. Está en Reforma y Julio Verne. Frente al Obelisco a Bolívar. Sacas tu visa y te vas a Televisa. Te darán los boletos de avión y dinero. Irá contigo como camarógrafo uno de los Figueroa -hijo del lector de "Cuestión de minutos" y de ayudante Juan Castillo. De la oficina al aeropuerto. México-miami-parís. Te quedas ahí uno o dos días y luego vas en avión de MEA -Middle East Airlinesllegas a Líbano. Luego, luego me mandas información. ¡Apúrate! ...Click.

Así ordenaba -decidía- el licenciado Jacobo Zabludovsky. Tenía, ejercía toda la autoridad. Era, además, admirado y muy estimado. Líder. Personaje ejemplar. Madrugador. Infatigable. Sus más cercanos que no lo perdían de vista y seguían atentos hasta su modo de hablar, no vacilaban en reconocer:

"Es el número uno. Y no se ve quién sea el número dos. Es un "monstruo" el jefe. Chambea muy duro. Desde siempre.

"¿Qué se siente llegar a ser Vicepresidente de Televisa, licenciado? -le preguntó un reportero.

"Nada en especial -respondió Zabludovsky. No experimento transformación alguna. Quizás porque estoy en este sitio y responsabilidad tras muchos años de trabajo constante. Paso a paso cumplo mi vocación de reportero, de periodista, de informador. Estudié en la Facultad de Derecho ya que no existía -como desde hace años en la UNAM- la de periodismo. O Ciencias y Técnicas de la Información de la Ibero.

Venía Jacobo Zabludovsky de lustros y décadas de duro trabajo. Dese la XEQK. "La estación de la Hora Exacta". Leer a toda velocidad un sinfín de anuncios. "Quedaba afónico y me ganaba unos pesos", evocaba. Entrevistaba a artistas y toreros para el vespertino dominical "El Redondel". Trabajó para un empresario que le pagó con ¡gelatinas!

Conoció días de estrechez. "Cuando nació uno de mis hijos tuve que ir a cambiar el cheque que recibí aquel sábado a la cantina "La Mundial" que estaba abajo del periódico Excélsior."

Recuerdo que lo estremeció; le hizo llorar. Gustavo Durán de Huerta se quedó con el índice sobre el obturador de su cámara fotográfica. Jacobo Zabludovsky abandonó precipitadamente su oficina.

"¿Padeció usted de intrigas, chascos, traiciones, Licenciado -le preguntaron.

"Sí, desde luego que sí. Sé de "puñaladas traperas". De ingratitud. De famas que no estuvieron a la altura de su estatura.

"Poco a poco, casi a cuentagotas nos llegaron noticias de la guerra. Del Holocausto. De la persecución y exterminio de judíos que decidía Hitler. Morían por millones y nadie alzaba la voz. Mas tarde se supo, supimos que José Vasconcelos ponía su pluma al servicio de nazis. Sí -resaltó con voz quebrada- José Vasconcelos cobraba en la embajada de Alemania en México."

De la Universidad Iberoamericana llegó a Televicentro un numeroso grupo de jóvenes estudiosos de las "Ciencias y Técnicas

de la Información. Juan Ruíz Healy entró "con el pie derecho" al noticiario "24 HORAS". "Muchas noticias en pocas palabras", bautizó Jacobo a esa porción del informativo. Y Juan Ruíz Healy exhibía facciones regulares, juveniles y aire ambicioso con una cabellera propia de antiguos mosqueteros. Para entonces muestra juvenil de protesta. Prueba de carácter. Desprecio del "establishment". Nueva Ola que desdeñó a la "momiza".

"¿Puñaladas traperas, dice usted, Licenciado?"

"Pues sí, "traperas·. Ya no me duelen ni me sorprenden. Resulta que en un dos por tres, Juan Ruíz Healy adquirió notoriedad. Apareció en "Teleguía". Columnas de curiosos de famas ajenas lo elogiaron y le auguraron espléndido futuro. Su aire fresco, cierto desparpajo y su cabellera le ganaban aplausos.

"Un día me llamó el señor Emilio Azcárraga Milmo. Te recomiendo cuides a este muchacho, a Juan Ruíz Healy. Anda el run-run de que los del Canal Ocho, -los de Televisión Independiente de México- lo rondan con ofertas de buena lana. ¿Sabes algo, Jacobo?

"Primera vez que escucho esto, Emilio -le respondí. Veo a Juan todos los días y no me ha dicho nada.

"¿Crees que se vaya, Jacobo?" "Respondo por todos mis colaboradores. No creo -le dije a Emilio Azcárragaque se marchen "por la puerta de atrás". Son personas educadas, dignas...

"Te lo encargo mucho. No nos vaya a salir este cuate con una sorpresita...

"Hablé con Juan. "¿Es cierto que el Canal Ocho quiere contratarte, Juan?- le pregunté.

"¿Qué? ¿El Ocho? No, nada. Por favor -pareció impacientarse Juan- Licenciado. ¿Cómo cree? ¿Yo en el Ocho? ¡Qué ocurrencia!

"Volví a la oficina del señor Azcárraga Milmo.

"Tengo la certeza de que no hay nada en torno al asunto de Juan Ruíz Healy, Emilio -le dije.

"Y pácatelas. Dos, tres días más tarde, apareció la noticia en los periódicos. Juan muy sonriente al lado de un señor Arnold Bilgore, se unía a los noticiarios de Timcanal Ocho. Tendría su noticiario "En Punto".

"Te lo dije -Me reconvino el señor Azcárraga. ¿Ya viste a este tal por cuál? Se lo tuvo bien guardadito. Ya se cree la "divina garza". Y tú, todavía metías la mano al fuego por él."

"Sí, la de Juan Ruíz Healy fue una "puñalada trapera". En fin...

Venía Zabludovsky de lustros y décadas de duro trabajo. Dese la XEQK. "La estación de la Hora Exacta". Leer a toda velocidad un sinfín de anuncios. "Quedaba afónico y me ganaba unos pesos". Paso a paso cumplió su vocación de reportero, de periodista, de informador.

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2023-02-04T08:00:00.0000000Z

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