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Manuel Guerrero

Hace apenas un par de semanas, en un chat de amigos en Whatsapp, uno de ellos insertó una reflexión sobre el inicio del nuevo año. Nada muy profundo, pero sí suficientemente articulado.

Doctor en Comunicación

Acontinuación, refirió que el texto lo había generado con Inteligencia Artificial con un sistema llamado CHATGPT, y eso sí que llamó la atención de todas las personas del grupo. En breve, ya se estaban compartiendo artículos y textos acerca de las consecuencias –sobre todo negativas- que traería este tipo de sistemas en ámbitos desde la seguridad hasta el mundo laboral, pasando por la democracia.

Aquí quiero yo hablar de otro ámbito igualmente importante: la educación. Propongo responder tres preguntas: ¿qué son este tipo de sistemas de Inteligencia Artificial? ¿Qué acceso se podría tener en México a ellos? Y, ¿qué podemos hacer en el ámbito educativo?

CHATGPT, apenas lanzado en noviembre del 2022, es quizá el sistema más famoso y avanzado de otros que existen y muchos más que vendrán y que operarán con la misma lógica. Se trata de un robot virtual que funciona como un “chat” y que con base en un modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial es capaz de realizar tareas escritas, responder preguntas y generar argumentos. Para usarlo, debemos primero inscribirnos y tener cuenta en la página www.chat.openai.com. Ya con ella, podemos, por ejemplo, darle la instrucción, “escribe un poema que incluya una historia de amor” y, en cuestión segundos, tendremos el texto desplegado para nosotros. A continuación, podemos pedirle, “inserta ahora una invasión extraterrestre”, y volverá a redactar el poema, pero esta vez, en algún punto insertará la adición alienígena. Podemos borrar lo anterior y pedir ahora que nos redacte una receta de cocina con los ingredientes que queramos. Este uso divertido del sistema también podría derivar en otros bastante más serios y preocupantes, como pedirle al sistema hacer las tareas y los ensayos escolares (tan solo para quedarnos en el ámbito educativo). Y de aquí vienen las preocupaciones sobre sus usos y alcances.

Pero ¿qué tanto nuestros niños y jóvenes pueden acceder a estos sistemas? La verdad es que muy fácilmente, dada la penetración de teléfonos inteligentes y acceso a Internet en México. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) del INEGI del 2021, 72% de la población mayor de seis años (unos 84.1 millones de personas) es usuaria de Internet.

Muchas opiniones destacan ya que estas tecnologías atrofiarán la creatividad y el aprendizaje e incrementarán los casos de deshonestidad académica. Yo considero que, en lugar de una amenaza, puede ser una gran oportunidad para repensar nuestros modelos educativos basados

más en “lo que se enseña” que en “lo que se aprende”. Con base en las cifras de telefonía e internet, es un hecho que más temprano que tarde comenzaremos a ver su uso en la escuela, por lo que la cuestión no es cómo prevenirlo –mucho menos evitarlo-, sino cómo estar mejor preparados para orientar su empleo de un modo positivo para la educación.

Quizá la mejor estrategia sea la de involucrar al alumnado de manera más activa en el proceso de aprendizaje. En este sentido, sugiero aquí seis pasos generales para promover en las aulas (las formas y tácticas concretas dependen claramente del grado y nivel educativo):

1. Hablar con los estudiantes sobre lo que se busca que aprendan, el valor mismo del conocimiento y el significado del plagio y la deshonestidad con ejemplos claros.

2. Cuando se les pidan tareas escritas y ensayos, pedirles también que reflexionen sobre la forma en que desean escribirlos. Aquí es importante, dar tiempo de clase –unos minutos—para iniciar o revisar el proceso mismo de escritura (las primeras ideas, borradores, ejemplos).

3. En este punto es fundamental la retroalimentación de maestros y profesores, e inclusive de sus mismos pares en clase, pues genera involucramiento y colaboración.

4. Llegado a este punto, se puede pedir a los alumnos que, si la gran mayoría puede tener acceso, utilicen CHATGPT en clase para generar un primer borrador de su tarea, donde puedan ver ellos mismos, gracias a la retroalimentación, los alcances, pero también las limitaciones de esta herramienta.

5. Finalmente, en una siguiente clase el texto puede ser retrabajado y enriquecido con las experiencias personales de los alumnos.

6. Y, para la entrega final, se puede pedir que la base de texto la conviertan en otros formatos, como un pequeño video, un audio, una infografía o una presentación.

Esto no garantiza la desaparición de los riesgos, pero sí permite que, al involucrar a los estudiantes activamente con el uso de la herramienta con Inteligencia Artificial desde la clase, puedan tener una reflexión propia y un uso en su beneficio que no le de la espalda a una tecnología que de todos modos ya está aquí.

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2023-02-04T08:00:00.0000000Z

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