La bicicleta

Era una bicicleta muy viejita y pequeña de color verde, en muchas partes estaba descascarada, solo tenía el freno trasero y un pedal chueco.

La rueda del frente zigzagueba y sentías como temblaba cuando agarrabas el manubrio y por si todo esto fuera poco, el asiento estaba chueco.

Todo ese montón de fierros viejos lo rentaban en tan solo dos pesos con cincuenta centavos la media hora.

El señor que las rentaba no se daba abasto, tenía siempre una fila de chiquillos esperando que se desocupara alguna para de inmediato llevársela.

Yo, no sabía andar en bicicleta, pero mi tío Eligio insistió en enseñarme y rentó la bicicleta, yo tenía cinco años y él tendría tal vez treinta o treinta y cacho.

Me monté a la bicicleta, aunque era pequeña a mí me quedó grande.

Los tres primeros intentos fue un rotundo fracaso pues casi casi iba recargado en el brazo de mi tío.

Después de un regaño y de instrucciones en voz alta, Eligio cambió de estrategia, me detuvo solamente del asiento y caminando al lado mío decía, —¡pedalea!, ¡pedalea! ¡no dejes de pedalear!, ¡aquí te voy agarrando!—, yo seguí las instrucciones al pie de la letra.

Me di cuenta que lo que tenía que hacer, era eso precisamente, no dejar de pedalear, dimos una vuelta a todo el parque, y yo feliz, empecé a sentir como si fuera un pájaro y por primera vez, volaba yo solito, veía a alguien, y lo esquivaba sin ningún problema, me sentí el rey del mundo, con una emoción que no me cabía en el pecho.

Le di otra vuelta completa al parque y de pronto al ver a mi tío Eligió como a cien metros adelante de mí, me di cuenta que él no venía cuidándome, empecé a zigzaguear y los nervios me traicionaron fui a dar derechito al montón de ramas con espinas, que tenían de resguardo los prados del parque.

La bicicleta se ponchó y yo terminé todo rasguñado del cuerpo, pero muy feliz

Al bajarme de la bicicleta sentí como si me hubiera bajado de una nave espacial que acababa de conquistar el espacio./

El señor que las rentaba no se daba abasto, tenía siempre una fila de chiquillos esperando que se desocupara alguna para de inmediato llevársela.