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Democracia cara y ahora ensangrentada

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Democracia… sistema de gobierno en el que la soberanía pertenece al pueblo, designando y controlando a sus gobernantes, elegidos libremente. Después de tres siglos del virreinato, los mexicanos decidimos que nuestro sistema de gobierno fuera por la vía democrática, como existe en la mayoría de los países del mundo.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es muy clara en cuanto a los conceptos de democracia y soberanía, es claro que ha requerido de cambios e incluso han existido Presidentes que han logrado cambios para retroceder en aspectos de soberanía energética y telecomunicaciones, para privilegiar el interés particular por encima del colectivo, prostituyendo varios capítulos, pero sigue siendo nuestro documento rector para vivir en democracia con la división de poderes y las garantías individuales.

En las elecciones para elegir a nuestros Gobernadores, Diputados federales, locales, Presidentes Municipales y Regidores, como la que estamos viviendo en este preciso momento y en la que están participando casi el 50% de mujeres, para ellas nuestro reconocimiento por su arrojo, resulta que lejos de disfrutar de una lección cívica apegada a la Constitución, los partidos políticos y muchos candidatos las han convertido en un verdadero tianguis -con respeto a los amigos tianguistas-, en un palenque por su incapacidad de hacer propuestas reales y medibles que el ciudadano entienda, porque resolverán una necesidad colectiva, se van por el discurso altanero, ofensivo, descalificando con lenguaje vulgar, albañilesco a sus contra partes.

El costo que en dinero estamos pagando los mexicanos, quienes pagamos impuestos en esta campaña intermedia son muchos recursos que entregamos a los partidos políticos, a los candidatos para su propaganda, además del que entregamos al INE para la promoción del voto hace que el voto más caro del mundo sea el mexicano, tenemos trece partidos nacionales en campaña, más dos o tres estatales, más el dinero invisible que les llegan a los candidatos -y que la autoridad no ve- a cuenta de futuras negociaciones o puestos, si llegan al poder.

Todo esto hace de la campaña una ruleta electoral que habrá que refinar su reglamentación para la del 2024. A lo antes comentado del dinero, ahora veamos la sangre que está corriendo en esta campaña, estos crímenes fatales de candidatos que vengan de donde vengan, son lo peor que debe de pasar en una campaña, que debe ser una fiesta cívicamente electoral, un debate ideológico entre liberales y conservadores para fortalecer la democracia y no un enfrentamiento de criminales como lo están viviendo, además nos exhibe ante el mundo por nuestra falta de civilidad electoral.

La ausencia del debate ideológico se da por culpa de la mayoría de los partidos tradicionales porque, si durante muchos años fueron de derecha conservadores y revolucionarios transformadores, en esta campaña tiraron sus ideologías a la basura imponiendo con dinero y sangre el mercenarismo ideológico que ahora los une de manera fraterna.

Queda el llamado para que pasando el seis de junio recapacitemos para no volver a tener nunca más una campaña carísima y ensangrentada, tenemos la Constitución, las leyes y Reglamentos que de ella han derivado para vivir en paz y progresando con una mejor calidad de vida en lo político.

Análisis

es-mx

2021-05-18T07:00:00.0000000Z

2021-05-18T07:00:00.0000000Z

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