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Educar para el perdón y la reconciliación

Doctor en Innovación Educativa y rector de la UP de Chihuahua

En la educación la promoción de una cultura del cuidado, perdón y reconciliación es esencial y urgente en estos tiempos que vivimos. Hablamos de perdón y reconciliación, pero es importante distinguir la diferencia entre ambos. El perdón es el proceso que conlleva un cambio de perspectiva que me hace liberar mi pasado de las 3 R: la rabia, el resentimiento y la retaliación, o deseo de venganza, reconocer la herida de la ofensa que recibimos, ampliar la mirada que tenemos sobre ella, comprendernos a nosotros mismos y a nuestro ofensor en su fragilidad y por tanto reconocernos también como ofensores.

Es un camino de educación y crecimiento que lleva a gobernarnos, hacernos cargo de nuestros afectos y memoria, trabajar sobre nuestra seguridad, sociabilidad y sentido de vida y reconfigurar nuestra inteligencia mediante una narrativa de la compasión. Es imprescindible para generar procesos de reconciliación la compasión, es una condición esencial para perdonar. Más que un sentimiento implica humildad y realismo, capacidad de acoger y comprender nuestra condición humana. La reconciliación es un proceso que nos lleva a recomponer el tejido de nuestras relaciones con los otros en distintos niveles: familiar, social y comunitario. El pacto común y una cultura del cuidado son elementos necesarios en este proceso. Sobre el método conocido como las Escuelas de Reconciliación y Esperanza, fueron fundadas por el Misionero de la Consolata Leonel Narváez Gómez. Este método ha sido muy probado por más de 20 años y en más de 20 países. Más que una escuela es una experiencia de sanación y restauración de la propia vida y de las relaciones con nosotros mismos y con los otros. Es integral porque involucra a la persona en sus diferentes facetas y dimensiones: cognitiva, emocional, relacional y trascendente. Se trabaja a partir de la experiencia de cada participante, apoyándose en herramientas variadas: sociodramas, lecturas, reflexiones, encuentro con el otro. Es gradual, se lleva a cabo un trabajo de catarsis y liberación en grupos terapéuticos en un ambiente seguro y de confidencialidad. El perdón y la reconciliación son, como sostiene el mismo Leonel Narváez, un proceso de restauración narrativa de las dificultades que en el desarrollo discursivo de las personas ha promovido la ofensa. La reconciliación se postula como la restauración de algún tipo de intercambio entre las partes separadas por la agresión a partir de las narrativas de la verdad, la justicia, el pacto y la memoria. Las escuelas de reconciliación y esperanza han encontrado la posibilidad de crear escenarios de encuentro para que las personas comuniquen las experiencias de vida desde lo más doloroso a lo más alegre y más esperanzador. Las escuelas de perdón fueron trazadas formalmente en el año 2002 a partir de una serie de diseños experimentales en pedagogías del perdón y la reconciliación elaborados en la década de los noventa, con el apoyo de un grupo interdisciplinario de Harvard, con lo que se perfiló un boceto de los que hoy son la escuelas de perdón. En México Verónica Bracho es la coordinadora nacional de este movimiento y esperemos que sigan progresando y lleguen a Chihuahua, porque hoy más que nunca, como afirma Leonel Narváez, contra la irracionalidad de la violencia es necesario proponer en todos los niveles la irracionalidad del perdón, que sin reconciliación no hay futuro, que los odios y rencores tienen graves efectos, que la verdad y la justicia son elementos indispensables de la reconciliación y finalmente que la compasión y la ternura deben recuperarse como elementos básicos de una cultura de paz.

Se trabaja a partir de la experiencia de cada participante, apoyándose en herramientas variadas: sociodramas, lecturas, reflexiones, encuentro con el otro.

Análisis

es-mx

2021-07-28T07:00:00.0000000Z

2021-07-28T07:00:00.0000000Z

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