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“El Gran Gatsby”

Cuando Scott Fitzgerald publicó “The Great Gatsby” en 1925 aún no había nacido Baz Luhrmann, el director australiano que en 2013 estrenara la película homónima.

Más que un juego de fechas, esta reflexión sirve para ilustrar el peso de esta narración sobre la historia de la Literatura. Dijo Ítalo Calvino que “Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir” y en este particular caso se comprueba.

El Gran Gatsby es la historia de Nick Carraway, un veterano de la Primera Guerra Mundial que, en su intento por recuperarse del alcoholismo, intenta escribir un diario donde narra lo acontecido en el ficticio pueblo de West Egg.

En el verano de 1922 Nick conoció a uno de los hombres más icónicos del lugar: Jay Gatsby, un misterioso magnate que se presume como anfitrión de extravagantes fiestas en su gran mansión. A pesar de convocar a una enorme cantidad de personas de la alta sociedad norteamericana de forma recurrente, Gatsby permanece con bajo perfil, pues el propósito de esas reuniones es para nada la búsqueda de superioridad social o económica con sus vecinos; se trata más bien de un incansable intento por llamar la atención de un inolvidable amor de la juventud que vive del otro lado de su propiedad: Daisy Buchanan, ni más ni menos que la hermosa y elocuente prima de Nick. Cuando estos tres personajes se encuentran en escena y asisten a las famosas fiestas de la élite, comienza a desarrollarse un embrollo que involucra engaños, traiciones y pérdidas, al tiempo que el romance y la pasión se van apoderando del discurso y la atención de los espectadores que, en espera de ver concretado este estereotípoco amor, se llevan giros de trama al mismísimo estilo de los años 20.

La finura en la trama para enlazarse de tal modo solo se puede lograr con la mestría que están diseñadas las obras de arte. Esta dramática cinta, gracias a la producción y las actuaciones de Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton, Elizabeth Debicki e Isla Fisher, puede ya considerarse un clásico en su género, pues más que adaptar una novela al cine, el intento de Luhrmann fue dirigido al verdadero origen del teatro como bella arte; llevó el sentimiento hasta las últimas consecuencias, algo que solo Fitzgerald podría haber valorado cuando inventó a los personajes.

Sin duda esta cinta es un premio constante al cuidado del lenguaje, a la fidelidad del discurso a lo visual y al arte de hacer que una obra tan reciente sea ya un clásico en el corazón de millones, una fiesta para gozar.

Cultura

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2022-07-15T07:00:00.0000000Z

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